No acababa de levantar la cabeza, me sentía perdida, sin rumbo, incómoda en todos lados y conmigo misma, sentía que no me quería ni a mí, ni a nadie. No mostraba ningún sentimiento emocional me sentía vacía. Era como un bloque de hielo. No encontraba donde estaba mi sitio. Vine a tus clases recomendada por una amiga. No sé que buscaba con tus clases, no sabía que hacías exactamente, simplemente que se bailaba y con ello pensé que podría ocupar la mente con otra actividad de movimiento y encontrar una respuesta a todo lo que me estaba pasando.

Después de danzar estos dos cursos, me siento totalmente diferente desde los pies a la cabeza, jajaja. He empezado a sentir mi cuerpo y a escucharlo, a tener más consciencia de él. Lo tenía olvidado, aunque cuidaba mi alimentación, no era suficiente.

Estoy aprendiendo a tener un tacto más amoroso con mi cuerpo. Siento que mi transformación se está dando sutilmente, pero he pasado de  ser un palo recto a un palo con curvas. Me has ayudado a recordar pasajes de vida olvidados y a despertar a la niña soñadora con ganas de vivir experiencias nuevas, de mostrar amorcito, ganar seguridad y confianza.

Begoña Cardona